El hombre que no tenía miedo

 

Hace muchos años, Tomás decidió salir del campo y viajar a Quito en busca de trabajo. La situación económica en el

sector rural era muy precaria y no había muchas oportunidades de ganar dinero. Una vez en la ciudad, visitó instituciones, comercios, construcciones y casas particulares solicitando una oportunidad. 



Llegó a una casa muy vieja, despintada, con sus paredes deterioradas y un aspecto lúgubre, golpeó la puerta principal y una señora de edad avanzada abrió.

—¿En qué le puedo ayudar? —le preguntó amablemente la anciana.

—Necesito alquilar una habitación —le dijo Tomás.

—Pase, por favor, tengo una disponible. El alquiler cuesta 60 sucres al mes.

—De acuerdo, trato hecho —Tomás pagó gustoso.

—Muy bien, pero debo aclararle que aquí nadie permanece más de una noche, porque la casa es terrorífica, se escuchan ruidos y las almas que penan. Le aviso, porque yo no devuelvo el dinero —manifestó la dueña.

—Señora, no se preocupe, yo no tengo miedo…

—¡Muy bien! Entonces, tome la llave de la habitación. Tiene que comprar una vela, porque tenemos un daño eléctrico, el servicio estará arreglado para mañana. 

Tomás entró a su habitación y se recostó muy cansado en la cama. Se durmió rendido, pero, a las once de la noche, se despertó. No podía conciliar el sueño, así que prendió la vela, tomó un periódico y se puso a leer. Eran las doce de la noche, cuando empezó a escuchar que las puertas se abrían y se cerraban. Sonaban pasos, gritos y golpes en la oscuridad. Cuando el reloj marcó las doce y media, un fuerte empujón abrió la puerta de su habitación. Un horrible diablo entró, le arrebató una hoja del periódico de las manos y se puso a leer en una esquina del cuarto. Tomás intentó mantener la calma, pero los ruidos eran cada vez más fuertes. Entonces, fueron entrando más diablos que le arrebataban las hojas del periódico y se iban a leer a las esquinas. De pronto, entró uno arrojando chispas y dando latigazos con el rabo, y le arranchó lo que quedaba del periódico. Tomás perdió la calma y gritó: “¡Si quieren leer el periódico, por lo menos compren su vela!”, y de un soplo apagó la suya.





Preguntas de Comprensión Lectora: "El hombre que no tenía miedo"

1. ¿Cuál fue la razón principal por la que Tomás decidió salir del campo y viajar a Quito?




2. ¿Por qué crees que la anciana le advirtió a Tomás sobre los eventos sobrenaturales antes de entregarle la habitación y le aclaró que no devolvería el dinero?




3. ¿Qué eventos llevaron a que Tomás perdiera la calma al final de la historia? Menciona al menos tres situaciones que escalaron el conflicto.




4. ¿Cómo se demuestra la personalidad de Tomás a lo largo de la historia? Contrasta su actitud al inicio con su reacción al final.




5. ¿Cuál es el elemento cómico o irónico en la frase final de Tomás: "¡Si quieren leer el periódico, por lo menos compren su vela!"? ¿Qué revela esto sobre su carácter?

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